En este artículo vamos a analizar el artículo de
Javier Marías Mira lo que hago
publicado en el país semanal.
Al inicio explica el motivo por el cual escribe este
artículo, y es a partir de una foto que vio en un reportaje de Guillermo
Altares en el Louvre. Cuenta que en la fotografía se ve solo a tres personas
mirando la Gioconda y las demás, unas 30, están haciéndose “estúpidas fotos con
sus estúpidos móviles”. Aquí comete el
primer error ya que, primero, ¿quién le ha dicho a Javier Marías que esas 30
personas no han estado observando la Gioconda antes de sacarse la foto? Y segundo,
la afirmación de “estúpidas fotos y estúpidos móviles” no es muy acertada ya
que ¿por qué motivo son estúpidos las fotos o los móviles? No es nada estúpido el
hacerte una foto de recuerdo o tener un teléfono móvil con acceso internet para
poder resolver una duda en cualquier momento, sacar una foto o poder llamar a
alguien cuando lo necesitas.
Javier Marías en este artículo incurre en una serie
de generalizaciones abusivas y sin fundamento. En primer lugar cabe señalar unos de los grandes errores que
comete y es el de querer criticar la
publicidad sin llegar a hacerlo. Mucha gente quiere ser cada vez más como la
gente de ficción (y cretina) de la mayoría de los anuncios televisivos, y éstos
han popularizado dos slogans particularmente nefastos: “Yo estuve allí” y “Este
es un acontecimiento histórico e irrepetible. El autor se confunde al decir que “Yo
estuve allí” y “Este es un acontecimiento histórico e irrepetible” son
slogans, ya que en realidad son frases popularizadas que repiten los
periodistas, pero en ningún caso forman parte de ninguna campaña publicitaria.
Otra cosa que
podemos observar es lo que dice en el destacado: Demasiada gente ingenua se ha convencido de que cosa que cuelga en las
redes, la va a contemplar todo el universo mundo. Si realmente fuera como
dice el autor no existiría los derechos de privacidad. Realmente la gente no
quiere que sus cosas las vea todo el mundo, si no sus amigos. La gran mayoría de
las personas que cuelgan cosas para que las vea todo el mundo suelen ser
empresarios que quieren promocionar sus productos.
También hace una serie de preguntas que tampoco
tienen mucho sentido: A cada individuo
que presuma de “haber estado allí”, sea “allí” el Camp Nou con Messi vestido de
bandera o la caída del muro de Berlín en su día, habría que contestarle con la
crueldad merecida: “¿Y? ¿Tuvo usted algún influencia?¿Habría dejado de suceder
la cosa si se hubiera ausentado? ¿Es usted mejor por haber formado parte de una
masa? ¿No sabe que por televisión millones han visto lo mismo y podrían afirmar
haber estado allí, aunque no fuera cierto, y contarlo probablemente con más detalle?
Realmente no tiene mucho sentido esta serie de preguntas ya que vivir algo en
directo no es ni parecido a verlo por la televisión, también el hecho de
criticar a alguien por formar parte de la masa… ¿Por qué? ¿Por acudir a un acto
que quieres ver o que te gusta? La verdad que Javier Marías ha estado bastante
desacertado con esta retahíla de “crueles” preguntas ya que no tienen sentido ninguno.
La parte del artículo en la que compara a las
personas que se hacen selfies con los niños pequeños que precisan la atención de
su madre es una afirmación sin fundamento ya que dice: El niño necesita testigos para asegurarse de que efectivamente está en
el mundo y existe (…) ¿Verdad que no soy una figuración, pues hago cosas y las
veis? Y yo me pregunto ¿ De verdad Javier Marías piensa que un niño pequeño
tiene una mente tan perversa como para pensar en si existe o no, y de tener que
llamar a sus padres para asegurarse de ello? Un niño pequeño no creo que tenga
dudas existenciales.
Articulo completo: http://elpais.com/elpais/2014/11/28/eps/1417189748_414291.html